domingo, 3 de julio de 2011

A mi abuelita Francisca Pérez


Que gratos recuerdos al lado de mi querida abuelita, que entrañables miradas cómplices compartidas, y sobre todo, que enriquecedor legado nos dejó.
Una mujer que nunca puso el pié en una universidad, sino para, asistir a la graduación de sus nietas, pero que tenía los conocimientos y la sabiduría de la vida, de lo cotidiano, de la lucha del día a día mejor que cualquiera de ellas.
“María, no es vivir, es saber vivir”, decía mientras caminaba por la sombra, y yo quería llegar pronto por un camino donde daba mucho el sol.  Siempre regalaba lecciones en sus acciones  diarias, sus pasos lentos pero seguros, me decían que es mejor llegar bien que no llegar o llegar agotado sin fuerzas sin ánimo.
Sus largas pero muy bonitas oraciones diarias que nos enseñó a repetir, nos ayudó a construir  un muro seguro, fuerte, sólido, donde poder apoyar el alma y el cuerpo en los momentos difíciles, por los que me advirtió, muchas veces,  tendría que pasar. Un día me dijo: “yo no rezo para que tengáis una vida de color de rosas, eso sería no estar cuerda de la cabeza, rezo para que estéis siempre preparadas para afrontar los problemas que tengan que venir, con valentía, seguridad, alegría, entusiasmo, optimismo, con un corazón apoyado en la roca de Dios”.
Disfrutaba un montón preguntando y escuchándole hablar de su mamá Sayo, de su abuela Ana Ma., de su bisabuela Úrsula,  disfrutamos un montón haciendo juntas el árbol genealógico de la familia, la  pasábamos muy bien, ella con ganas de hablar y yo con hambre de escuchar.
Madre de nueve hijos, vio morir a una de sus peque a los dos años, muy trabajadora,  pobre, pero muy pobre,  siempre decía: “la cuestión no está en ser pobre sino en ser limpio”, así que su pequeñita casa de dos habitaciones para once personas, siempre relucía de limpio.  Mi madre , tiempo después, recordaba, con un poco de aire de queja,  que mi abuela, prefería dejar la comida para muy tarde antes de dejar sin limpiar su casita entera.   Mis primas y yo la llamábamos “la mujer de la escoba”.  Otro detalle, que siempre recuerdan mis  tíos es que la casa, parecía, casa de acogida, recibía constantemente a familiares lejanos que se encontraban de paso, brindándoles la mejor hospitalidad sin quejas y al punto de sacrificar su propia comida o la de sus hijos mayores.
Cómo recuerdo sus pañuelos limpios y bien doblados en los bolsos, y también en ellos dentro de sus bolsillos sus clavitos dulces, que propagaban una especial fragancia dulce, al abrirlos.
Un día, le comenté que había conocido una profe del Opus Dei, que no sabía de que iba eso bien, pero que escuchaba, muchos comentarios no gratos de mucha gente, nunca olvidaré que me contesto: “si como antes me has dicho, quiere al PAPA, se esfuerza por ser amable, paciente y que sus alumnos aprendan de verdad, si muestra interés sincero por aquellos más  difíciles, si es alegre, rezadora, entusiasta,  entonces tiene que ser algo muy bueno eso del Opus,…No hagas caso de los malos comentarios sin antes dar la oportunidad a las personas de hablar con sus obras”.
A tan solo un mes, de un nuevo aniversario de cumpleaños abuelita querida, quiero decirte que no te equivocaste.
Un abrazo.

4 comentarios:

  1. Ahiii Dios Cm Extraño A Mi Vijita Todas Esas Palabras Q' Nos Hacen Recordarla Cm Olvidarla Si Es Lo Mejor Q' Nos Ha Pasado En Nuestras vidas... Ahii Madrina Cm Me Has Echo Llorar Cn Solo Leer Esas Palabras Todo Los Dias Doy Gracias A Dios X darle La Alegria & Permitirme Conocer A Esas Personitas Tan Marravillosas Q' Ya No Se Encuentran Cn Nosotros Pero Igual Los Seguimos Amando Cm Lo Fueron Mis Viejitos & Luis Gerardo...

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  2. Neli, tenemos que seguir su ejemplo siempre y así seguirá su presencia viva entre nosotras. Seguir su ejemplo y elevar al cielo oraciones por su alma son los mejores regalos que le podemos hacer en su cumple.
    Un enorme beso y cuidate mucho. DTB.

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  3. Fueron tantos los momentos, las palabras las caricias, sus sacaditas de canas, sus uñas arregladas, sus dulcitos... Oh Dios parece que todavía siento su último aliento de vida entre mis brazos...

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