domingo, 18 de agosto de 2013

Saca tu cruz a la calle y verás otras más grandes

"Estos días de calor apetece, salir al parque por las noches, a tomar el aire fresco... ya que es otro año más sin poder salir de vacaciones" dice una madre en tono de queja ... y al final añade que cruel suele ser la vida.

Una mujer muy mayor sentada a su lado la consuela diciéndole "Hija mía por lo menos estas sana, joven y con un niño guapo y sano, mírame a mi con 81 años de edad y criando a mis dos nietos que han sido abandonados por su madre (enferma de esquizofrenia)  y encima uno de los dos niños con un trastorno de no me acuerdo que, uno con 5 años y otro con 7 años...yo ya no tengo fuerzas, no se leer ni escribir y pido a Dios me ayude porque no quiero pensar que será de ellos si me pasase algo".

A mi otro lado, una madre escuchando dice "Ojalá yo hubiera tenido al menos una abuela que viera de mi o cualquier otro familiar... Mi padre mató a mi madre abriéndole la cabeza con una hacha, siendo una pequeñina,  a mis 6  hermanos y a mi, nos tuvieron que llevar a un centro de acogida, con comida caliente, techo, ropa, estudios y nada más....Eché mucho en falta el calor de familia, un beso, un abrazo, unas palabras de consuelo en tiempos duros... termina diciendo nadie sabe lo duro que es eso, no celebrar cumpleaños, ni navidades ni.... "comenzó a llorar....

A todas estas, yo en el banco sentada en medio de estas tres mujeres, reflexioné sobre las palabras de San Josemaría: "No pases indiferente ante el dolor ajeno. Esa persona —un pariente, un amigo, un colega..., ése que no conoces— es tu hermano.
—Acuérdate de lo que relata el Evangelio y que tantas veces has leído con pena: ni siquiera los parientes de Jesús se fiaban de El. —Procura que la escena no se repita." 
Surco, 251------
Con cariño las miré a las tres, y les dije que las admiraba mucho y que me acababan de dar una gran lección, que me hicieron recordar el dolor y la reciedumbre de María al pie de la Cruz de su único hijo.

El sufrimiento, los problemas son parte de nuestra realidad, y lo "peor" (en apariencia), son ineludibles, siempre van a estar en mayor o menor grado,  entonces?, no podemos vivir como si siempre fuera todo a salir color de rosas y sorprendernos a la menor caída o contratiempo, porque sería algo totalmente ilógico.  Hace tiempo escuché decir que los problemas no hacen a las personas sino la forma como se llevan los problemas" también en otro lado "Los problemas no son muros para paralizarte ... no!, son muros para saltar alto" y hace en poco en  Facebook una amiga publicó en su muro "Sonrío, no porque no tenga problemas sino porque los problemas no me tienen a mi" u otro hace tiempo "Sonrío porque soy feliz, no! soy feliz porque sonrío".
 Si es una realidad ineludible y depende de nuestra actitud entonces porque no empezamos a poner manos a la obra?.

La respuesta definitiva
Ante esas pesadumbres, el cristiano sólo tiene una respuesta auténtica, una respuesta que es definitiva: Cristo en la Cruz, Dios que sufre y que muere, Dios que nos entrega su Corazón, que una lanza abrió por amor a todos. Nuestro Señor abomina de las injusticias, y condena al que las comete. Pero, como respeta la libertad de cada individuo, permite que las haya. Dios Nuestro Señor no causa el dolor de las criaturas, pero lo tolera porque —después del pecado original— forma parte de la condición humana. Sin embargo, su Corazón lleno de Amor por los hombres le hizo cargar sobre sí, con la Cruz, todas esas torturas: nuestro sufrimiento, nuestra tristeza, nuestra angustia, nuestra hambre y sed de justicia.
Es Cristo que pasa, 168

Las aflicciones unen a Cristo
Si —ante la realidad del sufrimiento— sentís alguna vez que vacila vuestra alma, el remedio es mirar a Cristo. La escena del Calvario proclama a todos que las aflicciones han de ser santificadas, si vivimos unidos a la Cruz.

Porque las tribulaciones nuestras, cristianamente vividas, se convierten en reparación, en desagravio, en participación en el destino y en la vida de Jesús, que voluntariamente experimentó por Amor a los hombres toda la gama del dolor, todo tipo de tormentos. Nació, vivió y murió pobre; fue atacado, insultado, difamado, calumniado y condenado injustamente; conoció la traición y el abandono de los discípulos; experimentó la soledad y las amarguras del castigo y de la muerte. Ahora mismo Cristo sigue sufriendo en sus miembros, en la humanidad entera que puebla la tierra, y de la que Él es Cabeza, y Primogénito, y Redentor.
Es Cristo que pasa, 168

Una gran amiga me hizo reflexionar sobre todo esto en las recientes palabras del PAPA Francisco en la JMJ:  "Salid a las calles, a las periferias.... tenemos que llevar a Cristo allí".

"A veces la Cruz aparece sin buscarla: es Cristo que pregunta por nosotros. Y si acaso ante esa Cruz inesperada, y tal vez por eso más oscura, el corazón mostrara repugnancia... no le des consuelos. Y, lleno de una noble compasión, cuando los pida, dile despacio, como en confidencia: corazón, ¡corazón en la Cruz!, ¡corazón en la Cruz!" Vía Crucis 5 ta. estación.

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